domingo, 12 de abril de 2015

Decibelios

El esplendor de los decibelios



Muchos directores de orquesta ceden con frecuencia a la tentación de desencadenar una sonoridad desmesurada cuando cuentan con un instrumento colectivo de entidad y potencia más que notables; como la Sinfónica de Galicia. Así comenzó Méndez el concierto. La obra de Colomer, una suerte de partitura neonacionalista del siglo XXI (estrenada en 2009), es como un enorme collage, donde se insertan temas españoles e hispanoamericanos, que emergen de un amplio fondo colorista y sufren procesos de distorsión. Como no puede ser de otro modo en un compositor actual, la instrumentación es brillante y de rica paleta cromática; a la gente le gustó, aunque algunos oyentes consideraron -y me adhiero al criterio- que se había planteado con un volumen excesivo, cuyo resultado fue una lectura exterior y en extremo ruidosa. Mucho mejor el Concierto de Nielsen, que además se benefició de una soberbia versión de Claudia Walker, flautista principal de la OSG; ella correspondió a los reiterados aplausos con un breve bis: un fragmento para flauta sola de la Sonata opus 5 nº 12, de Corelli, sobre el tema de La folía de España. Una soberbia interpretación de la Quinta Sinfonía, de Sibelius, colmó la segunda parte. Acertó de lleno el joven director, Antonio Méndez, al perfilar la obra con un cuidadísimo juego de volúmenes, atento al menor matiz, a las entradas, a esos sutiles claroscuros que se producen en los bosques fineses adonde nos conduce una y otra vez el músico. Sin duda, hará una brillante carrera.

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